19 de octubre de 2011

Crónica de un cuchillo

La cocina, una dimensión donde al entrar tienes que poner  en alerta todos tus sentidos, siempre con una mezcla de olores ácidos, dulces, suaves y fuertes. Desde hace un rato tenía en mi mente las ganas de cocinar algo, más no definía el qué. Di vueltas mentales hasta decidirme por un plato de frutas; lo más sencillo de preparar, lo que no requiere más que saber usar un cuchillo, si acaso un tenedor.
Revisando todo el refrigerador encontré fresas, manzanas, duraznos y naranjas. Minutos después ya con todas las frutas completamente limpias, procedí a sacar el cuchillo del cajón; comencé por los duraznos  cortándolos en rebanadas de tamaño medio el cuchillo se deslizaba suavemente por él, como si apenas lo tocará, es curioso que ese mismo instrumento de cocina pueda cortar una manzana que es aún más dura, en ese momento ya no se desliza con suavidad, ahí se transforma; hay que aplicarle más fuerza para traspasarla de arriba hacia abajo.
Un cuchillo te cuenta en cada acción como puede tener diferentes caras, la delicada donde el filo apenas se siente por lo suave que se desliza, y la fuerte donde sientes como te atraviesa cortando todo y dejando huellas en donde pasa; en esos momentos ya no tengo forma humana, me convierto en el cuchillo de cocina creando una ensalada de frutas.

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