17 de agosto de 2011

Un avión en llamas

Comienza en una terminal, sentados esperando que el nombre salga por los altavoces acompañado de la voz que siempre está corriendo como si el tiempo no pudiera esperarla, las sílabas se pierden unas con otras y cambian de idiomas.
Ocupando el asiento de la orilla un joven sostiene un libro de hojas desgastadas, no parece percibir lo que ocurre a su alrededor, está perdido en otra dimensión. Dos filas más atrás esta un chico, su mirada parece triste y lágrimas amenazan con salir de sus ojos, de reojo el joven con el libro le observa, debatiendo entre continuar su lectura o acercarse a él.
Unos leves sollozos llegan hasta sus oídos, el chico no ha podido contenerse y llora cubriendo con sus manos su rostro como si temiera que alguien le vea llorar. Los demás pasajeros que están alrededor fingen no ver nada, hablan por teléfono, hablan unos con otros, unos pocos señalan al chico y dicen: debería darle vergüenza el estar llorando de esa manera. 
El joven pone un papel señalando la página en la que se ha quedado y cierra su libro, camina entre las filas hasta llegar al chico, se sienta ocupando el asiento vacío a su lado y le ofrece un pañuelo con un leve toque en su hombro. El chico lo toma y limpia sus lágrimas, a continuación se lo devuelve y le dice: muchas gracias, mi nombre es Yun, y ¿el tuyo?- mi nombre es Seii, mucho gusto en conocerte. Si no es mucha molestia ¿por qué llorabas? No tienes por qué contarle a un completo desconocido, pero quizá te haga bien desahogarte.
El chico se tomó unos momentos para calmarse y contarle su historia…
Días atrás me he peleado con un amigo al que aprecio mucho, ese día el conoció a una chica y estuvo platicando con ella durante muchas horas, y se olvidó de que habíamos quedado en realizar un trabajo que necesitábamos terminar para clases y era urgente. Nunca llegó, lo espere hasta que cerraron la biblioteca, yo estuve trabajando hasta muy tarde para poder completarlo y en el proceso me descuide; durante días trabajaba hasta muy altas horas. En clase se sentó a mi lado y me dijo: termine el trabajo por mi cuenta, olvide avisarte que no iría a la biblioteca porque me distraje, y he hecho equipo con esa chica de cabello corto que está en la banca, espero no te moleste.
En ese momento explote, mi memoria trajo al presente esos días que pase trabajando sin descanso. Juro que ella perdura, porque ella sale y entra como una bala loca, me sigue donde voy y me sirve como un hada, cuando menos lo esperas te puede mostrar momentos malos y momentos buenos.
El joven le escucha hasta el final, mirando por el gran cristal frente a ellos observa una bola de fuego que se acerca, las alarmas comienzan a sonar y policías aparecen mientras dicen: vayan a las salidas más cercanas, hemos recibido un reporte de un avión en llamas que se acerca y puede explotar en cualquier momento, necesitamos ponerlos a salvo. Ambos se levantan siguiendo a los policías hacia una salida, el celular del chico suena, lo saca mientras avanza, lo lee en voz alta para el joven, es un mensaje de texto de mi amigo: “Yun, si estás leyendo esto es porque he tenido suerte y mi mensaje se ha enviado, lamento haberte hecho trabajar de esa manera en el proyecto de hace unos días, te mentí, no olvide ir a la biblioteca, se cuánto habías estado trabajando sin descanso para demostrarle al profesor que habías aprendido en el curso cuando parecía que lo reprobarías. Más esta chica había encontrado un par de notas tuyas en el salón, reconocí tu letra al instante, llevaba copiado todo eso y lo tomo como suyo, pensaba acusarte de copiar su trabajo para no reprobar. No lo recordaras tal vez, pero esa chica fue la que robo mi trabajo anterior a este presentándolo igual como suyo, el profesor no le dijo nada  en esa ocasión; para evitar que te hiciera lo mismo intente convencerla de que no pusiera tu parte en su trabajo, y tuve que hacer equipo con ella a cambio. Si logro salir ileso de este avión que es una bomba de tiempo, te llevare a esa exposición que tanto esperas de arte; no compensara todo lo mal que te hice sentir, pero volver a ver esa sonrisa feliz y contagiosa en mi amigo”
Al terminar de leerlo el chico no dijo más, debió confiar un poco más en su amigo; ahora corría para esperar que estuviera bien dejando atrás al joven, quien en su rostro reflejaba algo parecido a una sonrisa; antes de desaparecer miro en dirección al avión y susurro: “nadie morirá hoy, podrás verlo de nuevo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario