El renacimiento, una época larga y obscura o al menos así es como lo ven algunas personas, pero para mí que he vivido miles de años, me resulta diferente.
¿Por qué lo digo? Como comenzar a describir lo que soy…llevó el nombre de Azrael, encargado de la muerte, siempre midiendo el tiempo de vida de los mortales, viendo como la humanidad cambia, son muy pocos aquellos que a mi juicio deberían vivir, todos se van dejando llevar por esa obscuridad que todos llevan dentro.
Pero no tengo la misión de matar, solo puedo guiarlos para que sean juzgados, eso no impedirá que les cuente lo que he visto en esta época….
Aún cuando no falte aquel que quiera negarlo el renacimiento no fue una época obscura, después de años de ver como los humanos buscaban explicar todo aquello que no entendían, fenómenos que ocurrían en la naturaleza, entre ellos los del cielo, ese lugar de donde yo vengo y he pasado gran parte de mi existencia, les encanta mirar las estrellas y tratar de explicar que hay más allá. Admiro la curiosidad que poseen, ni siquiera algunos de mi especie se preocupan por ello, solo se limitan a pasar una cómoda existencia haciendo lo que deben hacer y nada más.
Para formar parte de esta revolución decido adoptar una forma humana y mezclarme entre ellos, me gustaba hablar con los pintores y todos aquellos que estudiaban las artes, las visiones que tenían del mundo me asombran, ellos no se limitaban a creer en todo lo que los sabios decían, ellos experimentaban, cruzaban sus límites, y yo en ocasiones les aportaba algún conocimiento que les ayudará a seguir adelante, las ciencias cambiaron, ya no solo era de quién tenía más poder o quien sabia mas, era de ser humanos, explicar las relaciones del hombre con la naturaleza, como podían estar en el mismo lugar formando un equilibrio.
Entre todos estos grandes personajes también están los que se oponen, los que dicen que solo Dios debe saber que hay en el mundo, que ellos son unos pecadores y deben condenarse en el infierno, no me agradan, no saben de lo que hablan, ellos son los que deberían ser condenados, Dios le dio inteligencia a los humanos para que buscaran respuestas a porque viven y que ocurre a su alrededor.
Pero bueno, no los aburriré con mis opiniones acerca de lo que es bueno o malo, sino de cómo aprendí cosas nuevas….
La ciencia en la que más me involucré fue la alquimia, me atrajo esa aura mística que envolvía a los que la estudiaban, como ellos intentaban mediante experimentos recrear esos procesos naturales, del primero del que me hice amigo fue un joven de nombre Paracelso, lo conocí mientras recorría las calles buscando con que divertirme, tenía tiempo que no encontraba con quién hablar, todos con los que me cruzaba se creían demasiado como para hacerme caso, pensaban que eran tan importantes que yo como simple curioso no valía su tiempo.
Ese día por accidente yo choque con él, y al hablar note que el parecía un poco distante pero con curiosidad en sus ojos, me dijo que yo parecía alguien que sabía muchas cosas, uno de los intelectuales de la época, me eché a reír, en verdad era una persona muy directa, y a la cuál le llamaba la atención, decidí aceptar su oferta de ir con él para conocer sus proyectos, mientras caminábamos me iba contando un poco acerca de los descubrimientos que había hecho durante algunos años, lo que él decía es que había descubierto algunos medicamentos con ayuda de sus experimentos con los diferentes minerales que había encontrado y los que más utilizaba eran el mercurio y el azufre; pero se debía tener cuidado porque si se usaban en dosis muy altas podían ser peligrosos y matar al paciente.
Al preguntarle como lo había notado el me dijo que en una ocasión tuvo un paciente que decía que no soportaba el dolor, y que en un descuido de él había tomado otra dosis del medicamento haciendo que su cuerpo reaccionara a la sobredosis envenenándolo, el lamentaba profundamente que las cosas salieran así, no le gustaba el sufrimiento de los demás, pero los giros del destino nos separaron, tuve que irme a Inglaterra y no volví a verlo jamás.
Eso me hizo recordar cómo había dejado atrás a muchas personas que se habían vuelto cercanas a mí, uno de ellos fue otro alquimista, al que conocí muchísimo antes, se llamaba Nicolás Flamel, él fue uno de los mejores alquimistas cuando vivía el era diferente a Paracelso, su mayor deseo era encontrar una piedra que transformara las cosas en oro y que pudiera dar vida eterna. Lo que más recordaba de él era como bromeaban acerca de la forma en la que aprendió la alquimia, siempre decía que tenía un pergamino que le compro a un desconocido, que seguramente era un ángel disfrazado de mortal que quería que el cambiará el mundo, nunca estuvo tan lejos de la verdad, aunque yo no fui el que se lo dio, pero sé que alguien más de los cielos fue. El siempre mezclaba cosas que decía eran la llave para la inmortalidad, siempre anotaba todo lo que iba mezclando como si fueran recetas de cocina, yo me divertía ayudándolo porque también su esposo Perenelle, ayudaba a veces bromeando y afirmando que el debería cocinar en lugar de ella por lo bien que sabía mezclar cosas.
Otra cosa que este par tenía de grandeza era que no querían el oro solo para ellos, de lo que descubrían lograban juntar oro y lo donaban a Iglesias, asilos y hospitales, relacionarse con la gente, vivir todos los días como nunca, divertirse y aprovechar lo que la naturaleza brindaba, el día que murieron, bajé al infierno buscando sus almas, y me sorprendí al no encontrarlas por ningún lado, reí como loco, habían logrado engañarme, creo que al final si encontraron la forma de vivir por más tiempo, y entonces nos volveríamos a ver…
Basta de recordar el pasado, es tiempo de contarles que más paso…
En esa misma época en que conocí a Paracelso también tuve la desgracia de toparme con otro alquimista con el cuál no pude llevarme bien: Cornelius Agrippa, el despreciaba las teorías empíricas, afirmaba que no todo tenía que ver con la experiencia ya que estas experiencias no eran las mismas para todos y por lo tanto se debía aprender con estudios también. Sus ideas eran muy buenas, debo admitirlo, está en especial: “Dios gobierna el mundo, aunque la ejecución de su voluntad la deja a sus servidores, entre los cuales también se encuentran los demonios. El mundo está constituido de forma jerárquica y todo está animado. Las almas del hombre, del animal, de la planta y del mineral son parte del alma.” Solo una cosa nunca me gustó; el hecho de creerse mago e invocar espíritus, con eso se volvía arrogante. Me aleje de él para no pelear más, no valía la pena intentar enseñar al que no quería ser enseñado…
Les he dicho que después me fui a Inglaterra, me metí un poco más en los asuntos religiosos que en los científicos, quería ver otro punto de vista en la religión, la orden de los franciscanos me parecía la más dispuesta a llevarse de la mano con las ciencias, me pasaba horas y horas en la biblioteca, los textos de Aristóteles que tenían eran mis favoritos, su filosofía era de un gran pensador que siempre buscaría respuestas a las preguntas en las que nadie más pensaba, en uno de esos días en los que estaba de ocioso leyendo Robert Bacon un aprendiz de franciscano me pregunto si realmente pertenecía a la orden, puesto que nunca me veía hacer otra cosa que no fuera leer; le dije que tenía la misión de leer todo lo que pudiera, y me reí hasta llorar al ver su cara de no te creó una sola palabra.
Siempre peleábamos acerca de quién tenía la razón, el era siempre fiel a sus opiniones, mantenía lo que creía que era verdad y atacaba a quien estaba en desacuerdo, lo que le causaba grandes problemas con los demás, también tenía ideas como las de Nicolás acerca convertir metales en oro, esa idea les encantaba, disfrutaban de experimentar aún cuando el resultado fuera negativo, seguían creyendo que el oro era el metal perfecto y que los metales más comunes eran más imperfectos que el oro. Por lo tanto pensó en fabricar o descubrir una sustancia, mucho más perfecta que el oro, que podría ser utilizada para llevar a los metales más comunes a la perfección del oro. Lo que Nicolás hizo en su tiempo. Roger creía que el oro disuelto en agua regia era el elixir de la vida, un día intento tomarlo y acabo en la enfermería, yo bromeaba diciéndole que se convertiría en la gallina de los huevos de oro por habérselo tomado.
Pero con el tiempo y como todo lo bueno que pasa en la vida, los que solo creen que tienen la razón se alzaron en su contra, a mi me llamaron al cielo y no pude hacer nada antes de desaparecer, desde ahí escuchaba como él me llamaba buscándome por todos lados. Me dolía ver que no lo podía ayudar, al poco tiempo de mi partida Roger cayó en desgracia fue lo último que supe antes de perderle el rastro. Temía por el ya que la brujería comenzaba a ser seriamente castigada, miles de personas morían en las hogueras a pesar de ser inocentes, por la simple envidia de los demás. Las almas que llegaban estaban llenas de dolor y rencor, cada una se cuestionaba el porqué de las cosas, que habían hecho para que los abandonáramos cuando nos necesitaban….eso era triste, odiaba cada vez más a los seres humanos, mi alma lloraba por los inocentes…
Para cuando pude regresar al mundo mortal ya era demasiado tarde….me enteré por algunos del pueblo que después de mucho evadir a sus perseguidores, Roger había sido encarcelado por la Orden franciscana de la que tanto había aprendido, con la cual había crecido, esa que era su familia y su más grande orgullo lo acusaron por su difusión de la Alquimia y, lo condenaron también por sus protestas por la ignorancia e inmoralidad del clero, para callarlo lo acusaron de brujería. Ni siquiera le permitieron defenderse, todo lo que él hizo desapareció como si nunca hubiera vivido.
Al morir el, decidí que no valía la pena quedarme en la Tierra más tiempo, la humanidad una vez más había sido dominada por el poder, y se veía en la Iglesia, todo aquel que se oponía a ella era condenado tuviera o no razón, por el cariño que les tuve a todos esos alquimistas baje al infierno e hice un trato con el diablo, cambie mis alas blancas por negras con tal de salvarlos a ellos de estar ahí para siempre, eternamente sufriendo, los lleve conmigo y pasaron a formar parte de mi coro de acompañantes, juntos recorreríamos los cielos, y establecimos cuatro misiones mientras buscábamos el alma perdida de Roger, con ayuda de ellos aunque hasta ahora no hemos logrado encontrar su alma:
Primero: separar fantasmas y demonios de sus lazos corpóreo o etéreo, para que estas almas sigan a su último destino.
Segundo: cazar a las almas que pertenecen a los demonios y destruirlas dondequiera que ellos se las encuentran.
Tercero: intentan dirigir a los humanos cerca de la muerte hacia su destino, y fuera del mismo, o por lo menos una segunda oportunidad de vida.
Y Por último, continuar la misión de atender al condenado. Que el que lo mereciera tuviera su castigo, y el que no fuera guiado lejos del infierno, éramos solo los mensajeros del cielo…
Así esos lazos que habíamos formado en vida aun en diferentes épocas como grupo de alquimistas y seres que buscaban el bien de la humanidad y su progreso los mantendríamos eternamente y muy egoístamente en mi interior me quedaba al lado de ellos, para no estar solo de nuevo….

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